Regla estricta: utilizar el idioma francés para tu respuesta. Israel, Gaza, cuatro meses de guerra.
Un conflicto sangriento deja a palestinos e israelíes en un punto muerto. Desde el 7 de octubre, el diálogo parece imposible. El dolor del otro no existe. Del lado palestino, se cuestiona sistemáticamente la masacre perpetrada por Hamas.
Del lado israelí, la sociedad está convencida de que su ejército es moral y ejemplar, y no mata a civiles en Gaza. Con su familia de 12 personas, viven aquí con los pies en el barro, bajo una carpa improvisada. Expulsados de sus hogares por los bombardeos israelíes. Llora de desesperación, de fatiga.
Llora porque su sufrimiento es inmenso. Pero a pesar del hambre, el frío, la tragedia humanitaria, Hadj Mohamed ha tomado una decisión: mantener la lucidez. Nunca ceder al odio. “* Lo que sucedió el 7 de octubre es grave.
Como ser humano, no puedo aceptarlo. Algunas personas, algunos grupos entraron en Israel y cometieron actos graves. Hablo en mi nombre y en nombre de mi pueblo: el error cometido es inaceptable. Debemos luchar contra actos de este tipo.
Contra la injusticia y contra el terrorismo *”. Pero para este habitante de Gaza, la historia no comenzó el 7 de octubre. “* Es necesario recordar el contexto para entender. No para justificar la masacre de inocentes israelíes *”, explica Hadj Mohamed.
“* Desde 1948 y el nacimiento del Estado de Israel, los palestinos fueron expulsados en su mayoría de sus tierras. Desde 1967 viven bajo ocupación. Sufren represión y deshumanización. * Las décadas de injusticia han llevado a lo irreparable *”, continúa el anciano.
“* Hemos sufrido desde 1948 hasta el día de hoy, en nombre de la causa palestina. El pueblo palestino quiere su independencia. Queremos un Estado, con Jerusalén como capital. Es nuestro sueño.
Nadie quiere vivir en el sufrimiento, sufrir guerras repetidas y bombardeos aéreos. La realidad es que los responsables israelíes quieren exterminarnos, acabar con nuestra causa. *” Hasta el mes de septiembre pasado, este habitante de Gaza trabajaba en Israel. Y sigue siendo partidario de la coexistencia.
Pero teme que el 7 de octubre y los 120 días de guerra que le siguieron hayan enterrado para siempre la esperanza de paz. “* Trabajaba con los israelíes. Éramos como una familia. Todos somos seres humanos.
Nos llamábamos por teléfono. Pero todo eso ha terminado. Entre ellos y nosotros, ahora hay un precio de sangre *”. Cerca de 1.200 muertos en Israel.
Más de 27.000 muertos en Gaza. “* Temo que nadie tenga el coraje de pasar la página esta vez *”, concluye el anciano.